Creo que esto te será útil porque romperemos alguno que otro mito, así que, ATENCIÓN.
Es probable que ya sepas que la forma de proteger un invento es por medio de una patente.
La patente es un proceso con dos partes importantes (y varias más entre medias).
Lo primero es la solicitud, y luego, si todo va bien, se concede o se deniega la protección del invento.
¿Ok? Hasta aquí todo claro. Seguimos.
Entonces viene la pregunta, ¿cómo te aseguras de que te concedan la patente?
No se puede. Nada ni nadie te puede asegurar eso.
¿Y si pagas a la agencia o abogado de patentes más caro del mundo? Tampoco.
Vamos por pasos.
Primero, veamos qué factores NO influyen:
– que tu idea es buena y puede salvar al mundo: irrelevante
– que tu invento tiene un alto potencial comercial: irrelevante
– que el producto no está en el mercado: irrelevante
– que te hace muchísima ilusión y piensas que eres un genio: pues ya sabes lo que te voy a decir.
Entonces, ¿qué factores son los que SÍ se tienen en cuenta?
Primero, debe ser un invento físico que resuelva un problema técnico.
Segundo, debe ser novedoso mundialmente (si existe en otro país ya no es novedoso).
Tercero, debe ser una mejora “no evidente para un experto en la materia”. En otras palabras, hacer un pequeño cambio de algo que existe, cambiarle el color o el material… en general, no se considera inventivo.
En la oficina vemos continuamente a inventores que creen que su patente DEBE ser concedida por los motivos incorrectos.
Nuestra función como profesionales honestos es ayudarlos a entender qué es lo que de verdad importa, sin humos y sin engaños.
Si tú también quieres recibir un asesoramiento honesto y profesional, contáctanos hoy mismo.
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Marcos Puig. Departamento de comunicación.
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